Ser vistos o simplemente aparecer:

17.01.2021

               El nuevo paradigma

¿Cómo mantenerse aislado de los falsos estereotipos sociales y ser feliz? Es una pregunta que me hago bastante a menudo.

La sociedad moderna nos atrapa en falsos triunfos y más que falsas recompensas. La inmediatez está en la cima de la búsqueda de la satisfacción. Lo que provoca también una efímera sensación de júbilo acortada por la búsqueda de otros pergaminos. Equiparable a que un deportista de élite deba ganar semana a semana para mantener esa sensación de 'climax' permanente.

Son todos premios absurdos de una modernidad disparatada. Pero el clima social, el resto de los colegas y amigos nos van marcando un camino que no siempre es el ideal.

Hoy parecería que 'ser vistos' adquiere mayor preponderancia que el propio trabajo, y el esfuerzo del día a día. Ser vistos se impone como una nueva manera de existir. Poco importa el mensaje, su significado. La nueva consigna, la proposición societaria es el 'estar'. Lo visual adquirió tal preponderancia, que el hecho de aparecer por el sólo hecho de ser vistos nos transformaría en ganadores.

Pero no se dejen engañar. Es un falso mecanismo de estos tiempos. Las verdaderas ganadoras son las empresas que administran esas aplicaciones o programas que nos imponen estar. Un 'estar' que nos crea la ilusión de una devolución positiva que entiendo no es más que una manipulación.

Estos mecanismos nos imponen un falso protagonismo. Hoy todos parecemos actores, periodistas y comediantes. Somos solamente actores de una comedia de la cuál no tenemos ni guión ni control. Gozamos de una dirección ausente, acéfala que nos deja sin rumbo en el rodaje fantasmal. Sería un buen momento para dejar esas artes en manos de quiénes las estudiaron, quiénes se capacitaron en la materia.

Hoy poco importa si un mensaje fue comprendido, si trascendió. Lo que pareciera sumar es cuántas veces fue visto, aunque ese 'visto' sean sólo unos segundos de reproducción y sin comprensión en absoluto. Es más, la profundidad de los mensajes, su complejidad parecería restar en un presente en que lo sencillo y hasta estúpido gana frente a una idea brillante o un razonamiento digno de otros tiempos. La ecuación es directamente proporcional, a mayor estupidez, mayor encandilamiento. Una luz fuerte y brillante como la presente en los sets de filmación.

Como si la sociedad necesitara nutrirse, no del saber tan buscado en otras épocas, sino de la banalidad, de la ridiculez llevada al extremo. En tiempos dónde nadie habla de lo correcto sino que la incorrección se está imponiendo con gran brusquedad, o mejor dicho brutalidad.

Ya lo decía Enrique Santos Discépolo en su letra 'Cambalache' magistralmente entonada por el cantautor catalán Joan Manuel Serrat. 'Que es lo mismo el que labura, noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que roba, que el que mata o está fuera de la ley.

Grandes verdades del siglo XX que en el siglo XXI toman una impronta aún mayor.

La ridiculez y su repetición son hoy parte de un nuevo paradigma nefasto que arbitrariamente nos paraliza en ese afán de 'ser' a cualquier costo.

Abran los ojos, no pierdan la capacidad de razonar. Está todo estudiado para manejarnos como marionetas. Para ser simples extras de una realidad que quizás vemos confusa por el gran foco que nos prenden unos pocos iluminados que se quedan con todo. Hasta con nuestra propia identidad.

¿Te quedan dudas? Poné tu nombre en un buscador y lo vas a comprobar. Ya no sos dueño/a de vos mismo/a. Quizás haya información que ni idea tenías. Como si existiera por ahí alguien que escribe con un teclado gigantesco, pero invisible, las mejores páginas de tu vida. Esas que ni siquiera vos tomaste conocimiento aún...

Christian Carollo

@elpilotoqueescribe

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